213 – El método natural
No sé si lo sabes, campeón, pero cuando era más joven trabajé durante muchos años como profesor de natación. Y hoy te quiero contar unas cuantas cosas de la natación que también se aplican al aprendizaje de idiomas. “Connecting the dots”, como dijo Steve Jobs en su discurso de Stanford.
Yo no era el tipo de profesor que preparaba a nadadores de competición. No he sido nadador. Sí he sido socorrista, pero nunca he estado en un equipo de natación. Yo era el tipo de profesor que enseñaba a nadar a los que no sabían nadar. Y he trabajado con niños y adultos, desde 5 años de edad hasta 70 años. Adultos que no sabían nadar, claro. Es muy gracioso, porque llegaba un alumno nuevo a mis clases y me decía: “es que me gustaría aprender a nadar. ¡Pero ya soy muy mayor, ya no voy a poder aprender!”. Jejeje, ¿te suena? ¿Conoces a alguien que dice que no puede aprender español porque ya es muy mayor?
En mi metodología, un 80% de la enseñanza de la natación consistía en trucos psicológicos. Porque los alumnos, tanto los niños como los adultos, caen en sus trampas psicológicas: el miedo al agua; la vergüenza a parecer torpe o patoso ante los demás; las creencias erróneas respecto al agua, respecto al acto de nadar en sí mismo o respecto a las propias capacidades… Se parece mucho a aprender español: miedo, vergüenza, falta de confianza, desconocimiento de las metodologías y estrategias más eficaces en el aprendizaje de idiomas…
A los niños les encanta el agua. Peeeero… hay una gran cantidad de niños que tienen miedo. Seguro que has visto a unos cuantos niños muertos de miedo ante una piscina que cubre. Muchas personas aprenden a nadar ellas solas, sin que nadie les enseñe. Tal vez con un par de indicaciones de su padre o de algún amigo. Pero también hay muchas personas que no logran aprender. Quedan atrapadas en sus trampas psicológicas, en su miedo y su vergüenza, y no consiguen avanzar. Consiguen dar cuatro brazadas desde la escalerilla hasta el bordillo, o consiguen avanzar poquito a poco “acariciando” el agua, con la cabeza bien estirada y lejos de la superficie.
Estas personas, acaban dándose cuenta de que están perdiendo el tiempo intentando aprender por su cuenta, y entonces deciden dejarse guiar por un profesional.
Y yo, como profesor, tenía que sortear todas esas trampas psicológicas en las que caen. En cierta manera, mi trabajo consistía en hacer trucos para evitar el bloqueo.
Cuando enseñas a nadar a niños de 5 años, es increíble, porque algunos parecen delfines, y otros tienen terror al agua. No pueden ni soltarse del bordillo, aunque el agua de la piscina les cubra solo hasta el ombligo. Tienen pánico, y necesitan sujetarse al bordillo. Y claro, ¿cómo consigo que esos niños se suelten del bordillo? ¡No se lo puedo pedir! ¡Tampoco se lo puedo exigir! ¡Así que tengo que usar un truco: “¡A ver, nos ponemos todos en círculo cogidos de la mano!”. Y de esta manera, el niño se suelta del bordillo.
En algún caso extremo, un niño puede negarse a participar en este primer ejercicio. Pero no me preocupa. En cuanto vea cómo todos se divierten con el siguiente ejercicio y que no da ningún miedo, el niño ya estará integrado en la clase.
A partir de ahí ya pueden empezar a desplazarse, cogidos de la mano en grupo, o por parejas, por equipos, pueden perseguirse… y los niños empiezan a usar la mano que tienen libre para ayudarse a avanzar, para remar… y bueno, entre remar y nadar… no hay tanta diferencia. Y es el agua quien enseña. Es la propia fuerza y la presión que ejerce el agua la que enseña al niño a propulsarse.
Uno de los problemas clásicos es aprender a respirar. Muchos niños tienen miedo a meter la cabeza en el agua, ¿verdad? Es curioso, porque el niño se bebe los zumos de naranja como si fuera una esponja. Y no se ahoga, ¿verdad? Pero no se lo puedo explicar desde la lógica, porque el miedo es irracional, y la lógica no sirve. Así que necesito más trucos. Y uno de mis preferidos es la pelota de ping-pong, que consiste en lo siguiente:
Por parejas, los niños se cogen de las manos. Los brazos quedan en la superficie del agua, haciendo de barrera. Y en medio, se coloca una pelota de ping-pong. Los niños, soplando, tienen que intentar que la pelota toque los hombros o la cara del contrario, y tienen que evitar ser tocados por la pelota. Me encanta este ejercicio porque, poco a poco, los niños acercan más la boca a la superficie, el agua les salpica en la cara, y ellos solos descubren, experimentando, explorando, que pueden respirar cerca de la superficie del agua e incluso soplar dentro del agua. Esto es un método de enseñanza que se conoce como “descubrimiento guiado”.
¿Alguna vez has intentado permanecer en equilibrio sobre una bici, sin caerte hacia los lados, estando parado? ¿Estando quieto, estático? Es bastante difícil, ¿a que sí? Pero cuando estás en movimiento ni siquiera tienes que pensar en mantener el equilibrio. Es demasiado fácil. Pues con distintos juegos de persecución y desplazamiento, los niños en el agua aprenden a moverse, a impulsarse con las piernas contra la pared, y descubren que, si se impulsan fuerte, pueden planear sobre el agua como una tabla de surf. Y les encanta, porque es como volar igual que Superman. Y una vez que están en movimiento, es más fácil usar los brazos para nadar, igual que es más fácil pedalear en una bici sin caerse. Y todo esto lo aprenden dentro del agua. Lo aprenden del contexto. Y no necesito explicarles el principio de Arquímedes, ni las leyes de Newton, ni ninguna de las leyes físicas que se aplican a la natación.
En Español Automático utilizamos el método natural de aprendizaje de idiomas. Pues, esto podría llamarse el método natural del aprendizaje de la natación. Enseñar a los niños me ayudó mucho para enseñar a los adultos. Porque cuando un adulto no sabe nadar, aprende de forma muy similar al niño: descubriendo, experimentando. No hace falta hacer la misma clase de juegos, pero el adulto necesita explorar y descubrir en el agua los principios que rigen el movimiento dentro del agua. El alumno aprende de forma intuitiva con ejercicios adecuados, en un contexto guiado dentro del agua. Y estudiar las leyes físicas de la natación no sirve de nada si no te metes en el agua y practicas exactamente las habilidades motoras que necesitas adquirir.
Mi meta con adultos era que pudieran nadar 100 metros a estilo “crol”, sin detenerse y respirando por los dos lados. Esto lo podíamos conseguir en 12 clases. Con 3 clases a la semana tardábamos un mes.
Los adultos arrastran ciertas presuposiciones y mitos que bloquean su aprendizaje. Por ejemplo, creer que ya son demasiado mayores. Debido a estas creencias, si les pides que hagan algo y si no les sale, ya, directamente, a la primera, te sueltan: “uff, no puedo hacerlo, esto no me sale”. Jejeje, sé que ahora escuchas esto que te cuento y piensas: “bueno, pues es normal que no le salga a la primera”. Pero es así. Los adultos hacemos esto. Me pasa a mi, y te pasa a ti. Y en el fondo no es más que una excusa. Y debajo de esa excusa se esconden creencias y bloqueos psicológicos. Así que, para evitar encontrarme con este tipo de bloqueos, utilizaba estrategias de la Programación Neurolingüística. A veces algún oyente nos ha preguntado qué es esto de la Programación Neurolingüística. Bueno, a grandes rasgos es: programar a la persona mediante el lenguaje para facilitar un resultado deseado. Mejor te pongo un ejemplo:
Al nadar, cuando el brazo sale del agua, el codo tiene que elevarse y el brazo doblarse. Porque si no, la gente nada con los brazos estirados, como las alas de un pájaro, y este movimiento es muy ineficaz. Habitualmente un profesor te dirá: “levanta el codo”. Y tú lo intentas y dirás: “es que no me sale, no puedo hacerlo”. Bueno, pues con la Programación Neurolingüística yo no le pido al alumno que intente levantar el codo. Le digo que eso es lo que va a ocurrir. Le diría algo como: “mira, ahora vas a nadar respirando solo por el lado derecho, y a medida que ganas velocidad quiero que te fijes en cómo el codo se eleva cada vez más y el brazo se flexiona de forma más relajada”. Bien, y de esta manera, el alumno está más predispuesto a hacerlo correctamente, pues hemos sorteado el bloqueo. Hemos ido por otro camino.
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Muchas gracias por acompañarme. Nos volveremos a ver el próximo lunes. Ciao!